Sin duda don José Godoy es una de las personas más queridas y respetadas de FUDEA UFRO, y es que según el mismo bromea, a sus 66 años ya es parte del inventario de la Fundación, ya que lleva alrededor de 28 años desempeñándose como auxiliar de esta institución.
Cuenta que antes de llegar a FUDEA trabajó como reponedor en supermercados y en el rubro de la construcción. Trabajando con el dueño de la Constructora Waldo Fernández, propietario de la casa que posteriormente se convertiría en las oficinas de la Fundación, se le dio la oportunidad de quedarse trabajando ya que conocía todo el teje y maneje de la casa, especialmente el uso de la caldera. Así, comenzó apoyando en este tipo de labores pero rápidamente se interesó por aprender y realizar otras labores de mayor responsabilidad como trámites en el banco, notarías e incluso se desempeñó como chofer, cuando la Fundación tenía un vehículo. “Para mi fue una tremenda responsabilidad, ya que don Waldo me había dejado recomendado, entonces yo tenía que responder a esa confianza, pero me encontré con gente buena, que me acogió, con la que podía conversar, me preguntaban cómo estaba, cómo estaba mi familia, o sea el trato era diferente a otros trabajos que había tenido, así que todo fue bien desde el principio, aunque nunca había trabajado en una oficina”, comenta, agregando que “aquí en FUDEA he aprendido muchas cosas, a comunicarme, a conversar, a dar mi opinión y que me escucharan, a compartir en reuniones y también a cómo actuar frente por ejemplo a un jefe o una autoridad”.
Don José es casado con María, su señora de toda la vida, con quien tiene un hijo, Christian. Cuenta que su niñez fue muy difícil, ya que a los 8 años salió de su casa por problemas familiares, por ello sus estudios los realizó entre la ciudad y el campo, hasta que se fue a vivir con unos familiares a Puerto Montt, donde a corta edad comenzó a trabajar, lo que asegura, le sirvió para aprender muchas cosas, que le han servido en la vida.
Se define a si mismo y a su familia como personas generosas, “Yo puedo tener solamente mil pesos en mi bolsillo, pero si veo a alguien que lo necesita, se lo entrego sin pensarlo, lo mismo mi señora y mi hijo, somos todos así en mi familia”. Asegura que ha cumplido sueños que ni pensaba lograr, como tener su casa propia y un vehículo, por lo que se siente muy agradecido con la vida, con Dios y con sus abuelos que le enseñaron el respeto por las personas. También dice sentirse muy querido por sus colegas, “estoy haciendo un quincho en mi casa donde quiero poner una galería con fotos de todos mis colegas, y tener eso como recuerdo, para cuando ya deje de trabajar”, finaliza emocionado.